Comentario por:
Virginia Azcuy
Reacción al foro
Origen y Futuro de la Teología de la Liberación
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Esta reacción se inicia con mis acuerdos fundamentales en relación con el texto de Jorge Costadoat. Ellos son los que siguen:

1. La teología de la liberación ha experimentado diversificaciones: ¿ellas pueden considerarse como corrientes de la misma forma de hacer teología o constituyen otros modos teológicos, de “genitivo subjetivo”, según los nuevos sujetos emergentes?

2. A partir de la Conferencia de Medellín la Iglesia latinoamericana ha formulado la opción por los pobres como respuesta a la cuestión social en la región, aunque no haya utilizado estos términos exactos en su documento XIV sobre pobreza de la Iglesia.

3. La praxis cristiana desde la cual surge la teología de la liberación ha de entenderse como una praxis espiritual, movida por el Espíritu, tal como lo resumiera G. Gutiérrez al decir que la opción por los pobres es una andadura espiritual.

4. La mediación de las ciencias sociales resulta fundamental para la relevancia histórica de esta teología, aunque no todas las teologías latinoamericanas hayan privilegiado o privilegien esta mediación científica sino otras como la historia y la ciencias de la religión.

5. Existe una tensión poco reflexionada entre teología de la liberación y teología feminista: la teología feminista, en general, ha asumido el paradigma liberacionista (Azcuy et al 2009), pero la teología de la liberación no parece haber hecho propia –en sus escritos– la perspectiva feminista o de género.

6. La teología de la liberación es “melliza” con el magisterio latinoamericano, en el sentido que se ha dado una mutua colaboración, como también ha acontecido entre distintas corrientes teológicas latinoamericanas y entre ellas y el magisterio. En síntesis, encuentro diversos puntos de encuentro con el texto de J. Costadoat, aunque también quisiera conversar amistosamente con él sobre algunos aspectos.

Junto a los puntos de asentimiento con el escrito de Jorge Costadoat, también puedo localizar algunos aspectos que llamaré puntos de incomodidad:

1. La presencia de diversificaciones en la teología de la liberación permitiría hablar de corrientes, por lo cual me parece más adecuado hablar de teologías de la liberación en plural –nombre usado casi de modo excepcional en este texto.

2. La mención de la teología de la liberación –casi siempre– en singular, no deja espacio para considerar como parte de ella a otras vertientes como la “teología argentina del pueblo” (Gera 2016).

3. El cruce entre la teología argentina y la teología de la liberación necesita ser más explicitado, precisamente en relación con el magisterio del papa Francisco, más cercano a la primera (Scannone 2017).

4. Las teólogas feministas han decidido libremente cómo definir sus posiciones y a qué corrientes adscribirse, por lo cual pienso que hay que profundizar el reconocimiento de tales opciones y respetarlas tal como ellas dicen que son: algunas, como Elsa Tamez, han permanecido en la corriente de la teología de la liberación y otras como, María Pilar Aquino o Ana María Tepedino, han optado por la teología feminista.

5. El argumento de la unidad de la teología de la liberación sólo podría aceptarse si se hablara de ella en plural y, en relación con la teología feminista, en la medida en que todos sus practicantes o adherentes utilizaran la perspectiva de género al hacer teología – sería conveniente pensar cómo podría aplicarse con justicia, en este punto, el principio distinguir para unir.

6. Creo que es preciso reconocer que los paradigmas de la liberación, el feminismo, los derechos humanos y la ecología son globales –como lo ha propuesto Robert Schreiter– y por tanto exceden los límites territoriales de América Latina y el Caribe. Finalmente, me permito formular algunos interrogantes: ¿no sería oportuno reconocer las distintas opciones teológicas que se dan en nuestra región en lugar de postular una unificación o reconciliación de unas/algunas diferencias no asumidas por la corriente que pretende ser universal? A juzgar por la escasa recepción eclesial y académica que ha tenido la teología feminista, me parece mejor no desconocer su nombre propio.

Referencias:

V. R. Azcuy; M. García Bachmann; C. Lértora Mendoza (coord.), Estudios de Autoras. En América Latina, el Caribe y Estados Unidos (colección mujeres haciendo teologías 3), Buenos Aires, San Pablo, 2009, 45-69, 213-232, 247-266, 375-394, 395-427, 429-450, 505-509.

L. Gera, Teología argentina del pueblo. Introducción y edición de V. R. Azcuy, Santiago, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2016.

J. C. Scannone, La teología del pueblo. Raíces teológicas del papa Francisco, Santander, Sal Terrae, 2017.